Leland (Ryan Gosling) es un chico un tanto perturbado. Uno podría decir que no posee todos sus caramelos en el frasco, pero luego de analizar las charlas que posee con el profesor de la penitenciaría (Don Cheadle), uno descubre que se tratan de caramelos recién preparados en la fábrica de Willy Wonka.

Todo lo que piensa Leland lo hace con total honestidad. El mundo de Leland no entiende al resto del mundo. No entiende las injusticias, las mentiras, los engaños, no entiende cómo hace la gente para ser indiferente frente a ciertas cuestiones. Leland se pregunta por qué la gente dice “soy humano” después de haberse mandado una cagada, y no lo dice después de haber rescatado a un niño de un incendio, por ejemplo.

Es por eso que decide llevar a cabo un crimen que horroriza a toda la sociedad y obliga a repensar las vidas de todos los que lo rodean. Aunque a algunos como su padre (un reconocido escritor interpretado por Kevin Spacey) solamente les interese saber si él lo hizo o no, hay quienes como su profesor, se interesen en el por qué. Y ahí reside el peligroso dilema de entender a Leland.