Aunque no le guste, la percepción es que la Iglesia queda separada de este caso y la detención de Grassi le beneficia. Y todos contentos, porque la gente entiende que se hizo justicia. Aunque existan los extremistas que siguen defendiendo al cura.

Esta semana se produjo la detención del cura Grassi, condenado a 15 años por abuso sexual y corrupción de menores. El tipo cumplía un arresto domiciliario pero, incomprensiblemente, un día fue a un programa de televisión a dar una nota, por lo que el juez determinó que debía cumlir la sanción en forma regular, en un penal común y corriente, dado que tiene tres fallos condenatorios.

Más allá de ir a parar a un área más exclusiva dentro del penal de Ituzaingó, la sensación general es que finalmente la justicia llega. Recuerden que cuando apareció en los medios este tema, llegó por una investigación que en su momento hizo el programa Telenoche Investiga sobre la Fundación Felices los niños (¿?), en la que indagaba sobre malversación de fondos. Esta institución era apoyada por varios famosos en aquel momento, de los que hoy solo queda Raúl Portal, quien sigue defendiendo al cura. Casualmente, los investigadores se encontraron con algunos testimonios que involucraban al religiosos en abuso de menores y el tema dio un giro importante.

Si bien los testimonios no eran en primera persona, todos sabían con detalles cómo era la operatoria del cura en su proceder en los abusos pero ninguno testimoniaba como haberlo sufrido en persona. Detallaban que el cura tenían una habitación contigua a la suya a donde alojaba las futuras víctimas, y hasta contaban detalles de cómo eran los abusos. Aunque ninguno se declaraba como uno de los abusados.

Hasta que un día, uno de ellos, llamado Gabriel como nombre ficticio para la investigación, confesó que su testimonia en realidad le había sucedido a él. Así, entonces, el programa puso a disposición de la justicia toda la información que había recabado y se inició un juicio al cura, del que resultó culpable y condenado a 15 años de prisión. Esta condena fue apelada por la defensa de Grassi en dos instancias y confirmada en cámara de apelaciones y corte suprema, inclusive. De este modo, Grassi continuaba con una especie de libertad morigerada, que le llaman, hasta el hecho de la visita al programa de televisión.

Al volver el tema a los medios y con la noticia de la inminente detención formal y traslado del cura a un penal, la opinión pública se pronunción en general a favor de condena. Claro que siempre aparecen los seguidores que seguramente no quieren creer que una persona dedicada a los niños tuviera conductas como ésta. Al punto que se reunieron en la propiedad donde estaba Grassi con la idea de no permitir su detención, invocando que la causa fue armada.

Además de los testimonios de las personas que conocían cómo operaba el cura, del testimonio de Gabriel y de otros compañeros suyos, se constató que Grassi, como decían las declaraciones, tenía una habitación contigua a la suya y a la que se accedía solo desde ahí, otra equipada con una gran cama matrimonial, un importante televisor, equipo de música, entre otras cosas, que no condecía con su perfil en la fundación. Toda información que confirma en la opinión pública su aprobación.

Por más que la Iglesia reniegue de este caso, la condena firme y el traslado del cura al penal ayudan a mejorar la imagen de una iglesia bastante castigada con estos temas, que nunca supo manejar de manera ágil. El solo hecho de que el peso caiga directamente sobre Grassi despega a la Iglesia del caso, lo que no ayuda es que todavía no se pronuncie sobre la continuidad del religioso como cura y de su capacidades de dar misa. Sería un gran gesto que la Iglesia desautorice a Grassi.

Para la gente, la sensación es de que se hace justicia. Que habitualmente es contraria, porque sentimos que no pasa nada, que los culpables siempre zafan, que solo van presos los que no tienen apoyo o buenos vínculos. Esta vez, entendemos que todos ganan, desde la Iglesia, aunque no le guste, y la gente, que siente que por fin sucede algo justo.