El sillón de Rivadavia recibe nuevamente a uno de los presidentes interinos de más baja aceptación en la historia política argentina. Un tipo que desde el vamos arranca con una foto negativa: cuando se entera que la presidenta tiene que tomarse un mes de licencia por cuestiones de salud, al señor se lo ve paseando en una gran moto por una avenida en Brasilia. Es lógico que no se puede dejar de entender que Boudou estaba con temas protocolares en Brasil, en una ciudad donde solo hay política y administración, a donde no vas a veranear, pero al tipo lo agarraron en remera manejando una moto. Eso es falta de timing político, sin dudas, que empeora la poca imagen que tiene. Un aspecto primordial para entender esto son las causas judiciales que lo tienen como principal acusado, aunque todavía ninguna lo califica como procesado. Pero son más de veinte y algunas son muy públicas.
Las más trascendentes de las denuncias corresponden al lobby para el salvataje de la Imprenta Ciccone, la relación de la empresa The Old Fund con el Gobierno de Formosa, y causas por enriquecimiento ilícito, donde se lo vincula directamente con un posible testaferro llamado Alejandro Vanderbroele, a quien dice no conocer pero muchos datos precisos lo desmentirían. Entre estos, una declaración de la exmujer del testaferro, quien asegura esta relación entre Boudou y su ex, además de pagos de servicios de un depto de Amado en Puerto Madero realizados por esta misma persona, entre otros.
Tampoco ayuda la forma de hablar y de actuar de Aimé, la traducción de Amado al francés que usan para llamarlo los más amigos que tiene en el gobierno. Su escasa profundidad en los temas a los que se refiere públicamente, su aspecto desenfadado, sus apariciones públicas con atuendos de rockero y hasta el hecho, aunque subjetivo, de andar en grandes motos son cosas que en este momento le restan. ¿Qué tiene esto que ver con cómo se desempeña en sus funciones? Es simple, la gente no lo votó a él sino a Cristina, y lo que espera de este tipo es que esté a la altura de las circunstancias. La primera percepción está a la vista y por ahora es la única que hay.
Cómo llega Boudou al lugar en el que está hoy es un tema de pasillos. Por lo bajo, en Casa Rosada siempre se dice que Cristina habría elegido ella misma a su vicepresidente y que lo habría hecho porque estaba cansada de las caras gastadas del peronismo, que pretendía alguien joven, lindo. Nosotros decimos que se quedó solo con lo de joven, bueno, más o menos, porque lo de lindo, algunas mujeres podrán decir que es un tipo fachero pero es indudable que en estos años de gobierno cosechó una panza importante. Lo que sí es un secreto a voces en el gobierno es la versión sobre un posible vínculo íntimo entre Cristina y Amado, que sería el verdadero motivo de la dupla presidencial. Hay un libro bien chimentero sobre los amores de la Presidenta, de Marcos Linder, que trata el tema, por si te interesa.
El desprestigio actual del vicepresidente es reconocido en todos los sectores políticos. En el preámbulo de las elecciones, es lógico que nadie se quiera pegar, mejor dicho, ni acercar, para no ser manchado. Al punto que se comenta que por eso suspendieron algunos actos que tenían al presidente interino como figura estelar, sin previo aviso. Parece que varios intendentes K dicen que la imagen de Boudou los afecta mucho en estos días pre-eleccionarios y ellos habrían pedido que se aplacen varios actos, entre estos un evento en Casa del Bicentenario.
Como para tirar más leña al fuego, un legislador dijo, irónicamente, que Alsogaray hubiese estado contento porque Boudou sea el presidente interino, en relación a su pasado por la Ucedé, más precisamente en la UPAU, agrupación universitaria dependiente de la anterior, donde curiosamente conoció a Echegaray (Afip). Es que la formación de Amado lo pone más de ese lado que del kirchnerismo. Además de haber militado en el partido liberal del ex ministro de Frondisi, y Guido, el tipo tiene una formación profesional más cercana a la derecha que al pensamiento K. Es economista, tiene una maestría en Economía del C.E.M.A., uno de los institutos de altos estudios más ligados al sector empresarial del país, y además fue profesor de la Universidad Argentina de la Empresa. Nadie imagina una persona inclinada hacia la izquierda formándose y formando gente en esos ámbitos.
La cuestión fundamental tiene que ver con las capacidades de Boudou para dirigir los destinos de los argentinos. Poco se conoce de su liderazgo y, por su historia ideológica y la forma de escalar en la política, se intuye que no cuenta siquiera con mucho apoyo partidario. Cualquiera pensará que esto es solo por treinta días, claro, pero la realidad es que Cristina tuvo una cirugía de cabeza, nunca menor, y si por lo que fuera, se hubiera complicado el cuadro, los treinta días serían todo lo que queda del mandato. Si la situación de interinato actual no es menor, el posible escenario permanente sería gravísimo. Ésta es la gran preocupación. Y acá es donde la imagen de Cristina recupera muchos puntos. Porque no podríamos siquiera imaginarnos dos años bajo la presidencia de Boudou. No, por favor.
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